LA DESTRUCCIÓN Y LA PÉRDIDA
Últimamente estoy siendo testigo de muchas formas de destrucción.
Hay quien hace de la destrucción su única forma de creación.
Hay quien destruye como único acto que le permite asumir el control.
Hay quien destruye como única posibilidad de protagonizar algún episodio de su vida
Hay quien destruye por puro esnobismo, pura frivolidad.
Hay quien destruye porque no ha aprendido a hacer otra cosa.
Hay quien destruye por puro esnobismo, pura frivolidad.
Hay quien destruye porque no ha aprendido a hacer otra cosa.
Hay quien destruye, en actos de absoluta estupidez, por pura inconsciencia.
Hay quien hasta se autodestruye.
Hay quien hasta se autodestruye.
Hay actos de destrucción, rápidos, limpios casi indoloros.
Hay actos de destrucción pausados, fríos, calculados, prolongados.
En todos los casos, la destrucción no es si no fruto del escaso valor que se le otorga a lo construido previamente.
En todos los casos la destrucción genera un sentimiendo de pérdida que casi llega hasta doler, sobre todo al creador.
En todos los casos la destrucción genera un sentimiendo de pérdida que casi llega hasta doler, sobre todo al creador.
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